jueves, 9 de octubre de 2008

Vidas (no tan) paralelas, una decepción en el cine peruano

No voy a negar mi gran malestar e incomodidad al ver la "tan ovacionada" y "aclamada" película peruana que se ha estrenado hace tan sólo unas semanas, "Vidas paralelas", dirigida por Rocío Lladó, con la producción de la Universidad Alas Peruanas y el Ejército Peruano. Me interesó verla porque es un tema que me interesa ya que lo llevó estudiando cerca de 2 años en mis estudios de maestría. Pero fue realmente decepcionante cuando salí de verla.

No quiero entrar en detalles ni contar mucho de la historia de Felipe y Sixto, quienes son amigos de la infancia pero en el transcurso de la violencia política se convierten en enemigos, ya que uno de ellos ingresa a las filas de Sendero Luminoso, debido al adoctrinamiento forzado que recibieron las poblaciones campesinas en la Sierra Sur del país.

“Los militantes de los grupos subversivos reclutaron a pobladores insatisfechos que vivían en situación de pobreza pero albergaban la esperanza de un cambio. Otros, fueron reclutados a la fuerza y obligados a cometer actos violentos…”
(Wurst, C. 2004:18)

Mientras por el otro lado, vemos a un muchacho con sed de venganza al presenciar la muerte de su padre, alcalde de una localidad ayacuchana, ante sus propios ojos e incapaz de hacer algo por salvarlo… Desde allí siento que el film pierde sentido al mostrar sólo las acciones en las que incursionaba el Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso, acaso los militares no cometieron abusos contra las poblaciones campesinas.

Para comprender el desarrollo de la violencia vivida en nuestro país, presentaré las posibles causas y consecuencias en el siguiente cuadro:

Las primeras luchas por restablecer el orden no fueron suficientes, los subversivos atacaban con la finalidad de imponer un nuevo orden político, social y económico. La región del país que sufrió el mayor impacto de este conflicto fue la región centro-sur, conformada por los departamentos de Ayacucho, Apurímac y Huancavelica. Los departamentos que conforman esta región son además los más pobres del país actualmente.

En la década de 1980, el orden jurídico, la ley y el Estado mismo eran cuestionados en el proyecto revolucionario, que consideraba a la democracia representativa una forma vacía de contenido y subestimaba los derechos y las libertades individuales considerados burgueses. A la democracia formal se le oponía la democracia real, que sólo podía alcanzarse dentro de un Estado democrático popular o socialista, construido a través de una revolución que, para la mayoría de los partidos de izquierda de la época, sólo podía triunfar mediante la violencia.

“…Belaunde era reticente a ordenar el ingreso de las FFAA a combatir la subversión, para no darle un papel importante a quienes 14 años antes lo habían derrocado…”
(Degregori, C. y Rivera, C. 1993:9)

La vigencia del estado de derecho era también cuestionada por una larga tradición de pronunciamientos militares. En las cinco décadas previas al conflicto armado interno, el país sólo tuvo 14 años de gobiernos democráticos. Esa fragilidad expresaba modos conservadores de pensar y de hacer política, que consideraban natural un orden vertical y excluyente, impuesto cuando era necesario recurriendo a la violencia, esto es, patrones conservadores desentendidos de la ampliación de la ciudadanía, que más bien fue impulsada desde la sociedad por movimientos de democratización social y política a lo largo del siglo XX.

El Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso empezó su acción armada el 17 de mayo de 1980 en Ayacucho. Fue justo el momento en el que se retornaba a un gobierno democrático con la elección de Fernando Belaúnde Terry, después de 12 años de gobierno militar con Juan Velasco Alvarado y luego con Francisco Morales Bermúdez.

“…primera elección general realizada después de doce años de gobierno militar… era la primera oportunidad en que los campesinos quechuas, analfabetos en su mayoría, hubieran podido votar, gracias a la Constitución aprobada en 1979 había reconocido… el derecho de los analfabetos al voto… Así comenzó una guerra cuyo objetivo era derrocar al Estado peruano…”
(Manrique, N. 2002:14)

Con esa quema simbólica de ánforas, un grupo armado, hasta entonces prácticamente desconocido, llamado PCP-SL, entra en acción; según el plan de este grupo es el inicio de la lucha armada.

El motivo principal del inicio del conflicto armado es la decisión del Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso de iniciar una “guerra popular” contra el Estado peruano y contra de la población civil, utilizando armas y métodos violentos de manera permanente, sin respetar los derechos humanos.

“Al principio, PCP-SL fue caracterizado como un grupo marginal y fanático, y de limitada importancia…”
(Theidon, K. 2004:27)

Ya en su segundo gobierno, Fernando Belaúnde creyó que se trataba de un juego político de la oposición o de un grupo de abigeos y no les dio la importancia suficiente. Belaúnde decidió encomendar la represión del levantamiento a la Guardia Civil, pero ante el crecimiento de las acciones de Sendero determinó que las Fuerzas Armadas asumieran la represión, a partir de diciembre de 1983.

“La lucha contra la subversión fue… motivo de tensión entre militares y civiles. Mientras las FF.AA. recomendaban que ellas debían intervenir para controlar la insurrección, el gobierno [de Fernando Belaúnde] se negaba, a fin de no dar la imagen de una democracia recientemente elegida necesitaba recurrir a la fuerza militar para controlar el orden…”
(Obando, E. 1999:377)

Ya en diciembre de 1982, el presidente Fernando Belaúnde decidió encargar a las Fuerzas Armadas el control de la subversión en Ayacucho. Pero las Fuerzas Armadas tampoco pudieron controlar las acciones subversivas. La explicación se basaría en que círculos militares argumentaban que fue un fracaso sus acciones echando la culpa a los civiles, pues esto se debió a la negativa del presidente Fernando Belaúnde de llamar a los militares apenas iniciado las acciones subversivas. A lo largo de 1982 quedó claro que la Policía no podía controlar la subversión.

“A partir de 1983, los gobiernos entregaron la conducción de la guerra contra SL a las FFAA, que adquirieron de facto amplísimos poderes en las provincias cada vez más numerosas que iban siendo declaradas en Estado de Emergencia…”
(Degregori, C. y Rivera, C. 1993:7)

Las Fuerzas Armadas no estaban preparadas para esta lucha y no conocían bien a los senderistas, ni mucho menos su pensamiento maoísta ni su forma de lucha. Tenían la orden de terminar rápidamente con el conflicto, por lo que las muertes, las desapariciones y otras violaciones a los derechos humanos se asumieron como un costo necesario. Los miembros de las Fuerzas Armadas calificaron algunos lugares como zonas rojas, donde entraban a matar a cualquier sospechoso son averiguar si era subversivo o no.

Los pobladores que sufrieron esta violencia en su localidad recuerdan estos acontecimientos como si fuera ayer. Los militares asesinaron a hombres y mujeres, y detuvieron, torturaron y desaparecieron a jóvenes de diferentes distritos, destruyeron todo lo que estaba a su alcance, quemaron casas con el pretexto de que allí habían presuntos terroristas.

El conflicto armado interno afectó de forma diferente a hombres y mujeres. La diferenciación en las violaciones a sus derechos, se encuentra en la violencia sexual que padecieron las mujeres. Mientras que a los hombres los desaparecían o torturaban, las mujeres eran víctimas de violencia sexual, no sólo en las incursiones que los militares hacían en sus comunidades sino también en el contexto de las búsquedas que hacían de sus familiares desaparecidos, situaciones que las exponía a otras violaciones de sus derechos, como la tortura, chantajes, extorsiones, acoso por parte los militares.

Comentarios de la película (los podrán encontrar en la sesión “Vota y Comenta” de la web de Cine Planet):

DANNY HENRY CERNA CARBONEL
“Nos recuerda el terror que vivió nuestro país y cómo nuestros soldados libraron esa guerra interna contra la subversión, y luego tenemos que indemnizar a los terroristas por decisiones judiciales absurdas, si no se hubiera combatido así hoy estaríamos como en Colombia... muy buena película.”

JAVIER ALBERTO GONZALES TAPIA
“Una nueva producción peruana ingresa a nuestra cartelera, si bien es cierto el cine se encuentra cuesta arriba en nuestro país y año tras año se estrenan títulos nacionales, algunos buenos y la mayoría resultaron un fiasco. Este film basado y ambientado en la trágica época del terrorismo. Me resultó bueno pero no colmó mis expectativas, quizá porque son innumerables las veces que el cine peruano ha mostrado dicha época que llega a saturarnos. La película es buena en acción, la trama bien presentada faltándole un poco más de toque en la narración. Hay elementos que la directora dejó pasar y que a mi parecer no debió hacerlo, por otro lado destaco la actuación del carismático Renzo Schuller y la experimentada Jimena Lindo. Espero que el cine peruano siga creciendo tanto en argumento, ambientación y mejorando la calidad de imagen, espero también que en las próximas producciones se toquen otro tipo de temas más positivos o esperanzadores y que el objetivo no siempre sea el de hacernos recordar aquellos años de terror y sufrimiento…”

JOSE ANTONIO TATAJE TIPACTI
“Es una versión muy realista de lo que pasó y sucede en nuestro país, muy aleccionador.”

PEGGY KARIN COSAVALENTE RIVADENEIRA
“La versión de esta impresionante película es súper interesante porque allí se viven hechos que se viven en la realidad peruana. Yo Peggy como peruana me intereso que la vean esta historia de drama.”

JOSE MANUEL AVALOS ARELLANO
Muy buena película, nos hace recordar lo que se vivió con Sendero Luminoso desde sus orígenes en los 80, no me parece "una película más de terrorismo" porque muestra además como los terroristas ganan terreno fingiendo ser víctimas…”

Es lamentable realmente cuán informada se encuentra “la ciudadanía” sobre estos acontecimientos, al leer los comentarios realmente me doy cuenta lo poco informados que se encuentran de las 2 décadas que enlutaron a muchas localidades (parece que ni bien se han informado de las conclusiones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación). No debemos ser ajenos a estos acontecimientos y deben ser mostrados como son, no enmascararlos con films como éste en busque rescatar el prestigio de instituciones como las Fuerzas Armadas cuando en realidad son ellos también los causantes de tantas muertes y abusos por el simple hecho de portar el uniforme.


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BIBLIOGRAFÍA:

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MANRIQUE G., Nelson. EL TIEMPO DEL MIEDO: LA VIOLENCIA POLÍTICA EN EL PERÚ, 1980-1996. Fondo Editorial del Congreso del Perú. s/e. Lima. 2002.

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